Colonialismo contemporáneo

     Cuando voy por las calles de mi amada ciudad de Madrid me encuentro cosas que verdaderamente me espantan. Gente sin hogar y sin trabajo, todos de NACIONALIDAD ESPAÑOLA, mientras los extranjeros disfrutan de la animada vida que proporciona vivir en el centro de la población. En la carretera M-30, transitada tantísimas veces por madrileños y visitantes se amontonan las viviendas ilegales construidas con cartón y basura mientras personas de todas las nacionalidades habidas en el mundo trabajan a distancia desde un ordenador en los exclusivos pisos de lujo de los barrios centrales. 

   Ayer descubrí este artículo en el que se explica claramente este proceso impulsado por las autoridades de vender la ciudad (y el país) a inversores y "nómadas digitales". Un proceso que no beneficia, ni beneficiará, a la población local cuyas condiciones laborales cada vez empeoran más, ninguneados por un estado a favor de grandes empresas extranjeras.

   Obviamente no me estoy refiriendo a los verdaderos emigrantes, gente honrada que huye de un país arrasado por la miseria en busca de un futuro mejor (como ahora mismo hacen muchos compatriotas míos, convertidos en refugiados económicos de un estado que les ningunea). Los que verdaderamente me ponen de mal humor poco tienen que ver con ellos, ya que se trata de nuevos ricos que presumiblemente están hartos del estrés de su pujante país de origen y se mudan a un lugar lastrado por la barbarie solo porque la vida allí es "más sosegada" que en un estado próspero lleno de tráfico y oficinas.

  Profundizando sobre esta situación me viene a la cabeza el colonialismo decimonónico de los industrializados países europeos sobre África, América, y Asia. En aquella época las políticas imperialistas de Reino Unido, Francia, y Holanda hicieron extender su territorio por esos exóticos lugares entonces decadentes y primitivos. Muchos ricachones europeos se mudaban a esas nuevas "extensiones" de su país, dejando ver así a los habitantes locales como un pueblo primitivo y servicial, quedando reducidos a unos meros sirvientes de aquellos ricos colonos blancos.

"Lo que el viento se llevó". Aquí se ve el estereotipo perpetuado por el colonialismo europeo (Fuente:Fotogramas)

   Este artículo publicado en la revista MuyHistoria cuenta como Europa se repartió el continente africano y lo gobernó proclamando unas leyes que efectivamente perjudicaban a los nativos (convertidos en esclavos a la fuerza en América, y en su propio hogar). Un luchador por la independencia de uno de estos territorios, cuyo nombre no recuerdo, se quejaba de que "había mansiones para los blancos y ruinosas barracas para los negros" (lo que recuerda lógicamente al panorama que se vislumbra al ver las villas miseria que surgen junto a las carreteras españolas como la M-30, y paralelamente la construcción de apartamentos de lujo en el centro de Madrid). 

       


          Cabe mencionar también el caso similar y más reciente de Palestina, territorio invadido en los años 40 por judíos huidos de Europa  y su Segunda Guerra Mundial, y convertido en un nuevo estado plenamente judío llamado Israel. Los nativos del lugar, de religión musulmana, se ven obligados a dejar unas tierras que les pertenecieron siempre e instalarse en otros lugares (muchos españoles actuales igualmente han de dejar su hogar para simplemente vivir dignamente) mientras los judíos toman esas tierras y alienan de esa forma a los musulmanes, algunos de los cuales combaten contra esa ocupación siendo tildados de terroristas. 

       



      En fin, llegados a este punto es lógico pensar que España entre otras cosas está sumida en un proceso de colonización por empresas e inversores extranjeros. Al igual que en la saga Dune, de Frank Herbert. En el planeta Arrakis, nosotros somos los nativos fremen, guardianes de un preciado recurso llamado "especia" que atrae a extraños que ven un dudoso potencial en ese mundo.

   


    
             



   

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